Pol que llo lo balgo, mentiendes¿

Hoy, aunque me gustaría escribir sobre algo positivo, gracioso y optimista, no puedo hacerlo. Me he levantado por la mañana y lo primero que he visto al llegar a la cocina a por mi merecido y necesario café, ha sido esto:



Suficiente para que a uno se le revuelvan las galletas de hoy, de mañana y de siempre. Si era eso lo que pretendía quien la puso ahí, se ha pasado, sin duda.

Lo que realmente me molesta, porque por lo general, tiendo a pasar del resto de la gente, a no ser que sea emo (chistes fáciles por doquier), fan de Death Note (chistes sobre falta de criterio hasta el infinito y más allá) o ambas cosas (que tristemente es el caso más habitual), no es la pendeja en sí, una mujer malhablada, ignorante, jactanciosa y chabacana (¡Toma! Si tienes hueco para insultar con una palabra tan rebuscada como esta, entonces es que tienes razón seguro en lo que dices). Lo que me molesta es todo aquello que representa: Es una choni de barrio cuarentona, cuyos méritos en la vida son dos: Gritar mucho y haber chupado las pollas adecuadas.
Esta criatureja, que sale mañana si, mañana también en los programas estos de "actualidad", dando su experta opinion, representa exactamente los mismos adjetivos que dije antes: La chabacanería, la ignorancia, la jactanciosidad, la mala educación... Habla a gritos, interrumpiendo cualquier cosa que estén diciendo otros de los participantes del programa en cuestión para dejar claro su punto de vista, que, como grita más, debe de ser entonces el más acertado, y por lo tanto, no tiene que respetar lo que otros estén diciendo. Es malencarada, e incluso desagradable, como sus bromas.
La imagen que da con toda esta mierda es que siguiendo sus mismos pasos, puedes llegar a lo mismo. Siendo una persona maleducada, e inculta, puedes alzarte hasta las más elevadas cimas de la inmundicia. Y ahí estamos todos, como borregos, viendo como nos dan pan mohoso, lleno de gusanos, y un circo donde todo el mundo sabe que la sangre es ketchup y nadie dice nada.
Al promover estos modelos, la imagen que dan de la sociedad, es esa: Somos ignorantes, y lo peor de todo es que a fuerza de mostrarla una y otra vez, pasó de ser un payaso catódico (cosa que a mis ojos sigue siendo), a ser un modelo ejemplar venerado: Es una madre, igual que las que la ven y admiran. Es una persona que no es que sea maleducada, es que dice las cosas como las piensa. No es malencarada, es que te dice todo a la cara en lugar de ir largando por ahí a tus espaldas (claro, por eso trabaja en un programa de marujeos). No es borde, es honesta. No es choni, es de su barrio. No es ignorante, es que aprendió en la universidad de la vida.

Lo peor es que este programa se emite durante toda la mañana. Para marujas y desocupados, para que veáis que si seguís así, quizás algún día se os ponga delante la polla prometida, y con la adecuada combinación de labios, lengua y ritmo, llegaréis a lo más alto.


Luego, programas como el de Punset los quitan por falta de audiencia, o 59 segundos los relegan a la madrugada, o peor aún: Juntan firmas para eliminar a Shin Chan de la programación.



Se puede decir, que los programadores de la tele nos dan lo que pedimos: Mierda. Quizás no sabíamos que queríamos mierda, pero por si acaso, allí estaban ellos, listos para proporcionárnosla en grandes dosis y a bajo coste. Quitamos a Shin Chan, pero nadie dirá nada de que esté el diario de Patricia en esa sacrosanta hora en la que deberíamos estar viendo dibujos con el bocata en las manos. Nos quejamos de la violencia en series y películas, cosas que sabemos de antemano que son ficción, pero cuando alguien dice en un reality show "te voy a partir la cara", se convierte en ídolo nacional. Incluso mi padre, un hombre con estudios y un empleo envidiable, al que dedica una entrega que otros no darían ni a su sofá, me contó que las charlas insustanciales sobre el gran hermano sirven de puta madre para aligerar tensión en comidas de trabajo, como descanso a unas negociaciones que duran horas y son la hostia de tensas.

Algún día tendré hijos, y en cuanto estos tengan la coordinación suficiente para agarrar el mando de una consola, tendrán su consola. Dicen que estos trastos deforman la mente infantil y acaban con la imaginación (ja!! Mira a todos esos escritores de fanfic sobre el final fantasy, que muchos apenas han abierto un libro en su puta vida, y sin embargo ahí están, entregando joyas literarias a internet).
Pensad una cosa, jóvenes padawanes: Cuando en la pantalla está Kratos matando gorgonas, Ivy partiéndose la cara con Taki en medio del fanservice más absoluto, Kyo contra Iori, en medio de una de las mayores rivalidades de la historia, solo equiparable a la que comparten Ryu y Ken, o Zack persiguiendo a personajes de evidente pluma y postureo como Genesis Rhapsodos, no sale Belén Esteban.
Las consolas no deforman la mente infantil: La protegen.

Larga vida a los videojuegos!



Semper fi.

Ukio