Breves


martes, 17 de noviembre de 2009

Velas, claveles y vino.

The Quierboys han tocado hace unas horas en el playa, y prácticamente lo han dinamitado.



El concierto ha sido prácticamente rompedor. El grupo de Newcastle ha dado una lección de rock and roll en toda regla. Canciones rompedoras y animadas, como 7 o'clock, Hey You, o apasionadas y ardientes, como Take me home o There she goes again nos mantuvieron en el aire durante más de una hora y media. Gritamos hasta la afonía, aplaudimos, nos sacudimos, animados por la energía que el frontman, Spike, nos transmitió en cada pieza. Guy Griffin y Paul Guerin plantaron sus guitarras delante de todo, buscando la proximidad del público y acompañando el ímpetu de su vocalista. Las baquetas de Phil Martini hacían resonar el local, y el teclado de Keith Weir, aunque difícil de oír, daba ese toque clásico que diferencia y da estilo al rock de The Quireboys. El bajista no sale ni en la página web.



Realmente, ya no es solo la calidad de la música, sino también la potencia en directo: El saber hacer, saber mover al público, bromear, participar y animarnos. Se nota que estos estuvieron delante de setenta mil personas, y se nota lo que pueden hacer delante de doscientas y estando a un metro de distancia. El cierre con Sex Party ya fue apoteósico.



Lo mejor fue como la liamos: Un pogo como no tenía en meses. Me levanté, levanté a un amigo y Spike nos puso el micro, tiré a dos personas al escenario... ¡Y la fiesta seguía! Esa es la diferencia entre "venir a tocar" o "venir a dar un concierto".



Hay un lado negativo, y hay que decirlo: El playa es una mierda. El sonido era una mierda, ya que el teclado y el bajo eran casi inaudibles. La voz se oía malamente, y el hecho de que la de Spike sea susurrante y rasgada no ayuda. Normalmente este tipo de cosas se suelen achacar a un tecnico de sonido torpe, sin embargo no me creo que un grupo con este nivel de una gira internacional con un tecnico de sonido que no sepa hacer bien su trabajo.
Y no solo eso: Cervezas a 3 euros, copas a 5... El local cerrado a tan solo a quince o veinte minutos de acabar el concierto, y eso que la banda estaba pasando por ahí, saludando a la gente, firmando y sacándose fotos. Y para colmo, un lunes, que no hay posibilidad de seguir la fiesta.



Realmente, una gran banda, para un escenario de mierda. No iba a ver un concierto al playa desde que ví a Búmbury en su gira Pequeño Cabaret Ambulante hace once años. Sin embargo, a la Mardi Gras no iban a ir, ya que es demasiado pequeña, y el año pasado hubo gente que se quedó fuera.
Por lo que me dijeron Keith y Phil, volverán el año que viene. Yo también.

Aquí tenéis su página oficial, y aquí su my space. Echadles un ojo. Y aviso: Por mucho o poco que os gusten los vídeos, si tenéis la posibilidad de ver ese directo, aprovechadla.

Semper fi.


Ukio

1 comentario:

Lobo dijo...

Muy acertada la crítica, estoy de acuerdo en todo!! Saludos!