Breves


miércoles, 23 de julio de 2008

Una partida de coca demasiado pura...

¿Nunca lo habéis pensado? Una noche salís de juerga por vuestra hermosa y apacible ciudad y de repente, hay cuatro peleas, tres accidentes de coche y los maderos no paran. Yo siempre lo aduje a la gilipollez humana, especialmente común en un mundo lleno de pijos investidos en la agresividad de la manada, siguiendo a un "macho alfa" que solo lo és porque se ve arropado de sus compinches, y de kinitos dispuestos a partirse la cara con alguien solo porque "le miró mal, neno...". Evidentemente, estos también tiran de la superioridad numérica como perras (amén de otros ardides igual de innobles).

Sin embargo, la iluminación no vino por si misma, sino de mi novia. Ella me dijo un día que era muy probable, sobre todo en Galicia (somos los que somos, ¿para que negarlo?), que la gente estaba así porque había habido una mala partida de coca, o no necesariamente mala, sino rara o demasiado pura.

Este sábado fue la confirmación. Un colega me lo puso en bandeja cuando dijo "¡Es la hostia! ¡Solo llevo un par de rayas y ya estóy a mil!".

Y yo no lo supe ver.


Balance de la noche: Una macropelea, con la detención del encocado provocador, que se llevó de recuerdo dos sonoros botellazos en el cráneo, y un pequeño surtido de hostias varias, varios de mis colegas con lesiones leves, pero que joden igualmente, cuando te las da semejante gilipollas y su hatajo de amigos nenazas (¿Como mierda eres capaz de dar a alguien un botellazo en la boca y que ni se rompa la botella? ¿Que tienes? ¿Anemia? ¿Tus padres eran hermanos? ¿Jugabas a meter los dedos en los enchufes de pequeño y afectó a tu desarrollo muscular y mental? ¡Nenaza!), y una colección de denuncias para el listo de turno, que además de irse detenido, como ya dije, fue tras darle a uno de los policías que fueron amablemente y defensa de goma en mano(rellena de sus pertinentes y hermosas varillas de acero), con lo cual vieron como la liaba, se la lio a ellos... Solo espero que sea verdad eso de que la gente en las comisarías "tiene caídas" y ese tipo de cosas.


Para acabar la noche, me encuentro un Ford Focus (buen coche en sus gamas altas... Los bastardos se están haciendo con el mundial de Rallies, y eso que ya no está Gronholm) volcado cerca de mi casa, cosa que me deja impresionado. No había restos de la colisión, como pedazos de la defensa ni nada, especialmente de otros coches, con lo que deduzco que iba conduciendo como un loco encocado y acabó volcando en el bordillo.


Y eso es solo lo que yo vi. No habría estado de más darse un paseo café en mano por el Canalejo (ahora llamado Hospital Universitario de A Coruña, gracias a la ley de memoria histórica que retira los símbolos del franquismo... Me parece bien, pero me costará dejar de llamarlo "Canalejo" tras tantos años. Y yo que siempre había creído de crío que se llamaba así en honor de un gran médico...) o por la casa del mar, para ver como iría la gente.


Encocados, encocados... Es curioso ver quien tenía razón. Y no fue mi novia, pues mi colega el del "par de rayas" acabó teniendo una fiesta de puta madre. Lo cual nos lleva a: ¿Por que la gente se mete en semejantes berenjenales?

¡Pues muy simple! ¡Por que son gilipollas!


Semper fi.


Ukio

2 comentarios:

Lectora de cómics dijo...

Que las drogas son malas lo sabemos todos, pero si encima eres gilipollas son peor; porque si a una persona normal le hacen reírse, deshinibirse, activarse o tranquilizarse a estos lo que hace es envalentonarse, perder la noción del propio yo y meterse a defender "territorios" como si fueran perros callejeros.
Pocas veces he visto una pelea pero muchas otras rastros de sangres en las zonas de bares o incluso cerca de mi casa.

No apruebo las drogas duras pero cada uno es libre de hacer lo que quiera... hasta que infringe la libertad de otra persona.

Paul Allen dijo...

Oye, no está mal el plan de ver -desde una distancia a la que no llegue la sangre- esas catástrofes cocainómanas. Siempre he querido reírme de la degeneración del ser humano. Es algo así como el paradigma más extraño y risible de la selección natural.

Argh... Odio a los encocaos.