Breves


viernes, 26 de septiembre de 2008

Horrores de la naturaleza.

¿O quizás sean errores? Damas y caballeros, muchos me conoceis, y probablemente habréis oído mi pequeño discurso acerca de uno de los peores abortos paridos por mentes cuya perturbación se mide en escalas Lovecraftianas: Los pijos de pueblo.

Si bien un pijo es caracterizado por ser una especie de expositor de etiquetas de marcas con las que pretende adquirir algo que en sus círculos se considera "personalidad"... O quizás "estilo". Yo los veo y en ellos veo a un joven Ukio, vestido los domingos como sus padres querían. Siempre he odiado las camisas, y nunca me han entusiasmado los zapatos. Nunca fui un deportista, pero yo quería ir en chandal, con camiseta y tenis. Sin embargo, me hago mayor, los veo y algo dentro de mí grita manifestándose contra ellos: Polos de Lagartoste o de Tommy Heilhitler, pantalones que valen a) El pastizabal que necesito para poner a punto mi pc y mi guitarra o b) lo mismo que los míos, pero acompañados de una especie de extraño y degenerado postureo. Eso si, hay algo que les reconozco a estos bastardos: Saben vestir. Es decir, es un esfuerzo consciente y constante por estar a la última, lo buscan y lo consiguen. Yo no iría como ellos ni bajo amenaza de bomba, pero ahí los tienes: Son constantes y esforzados... Esforzados en ser pijos, pero bueno. Se lo toman en serio.

Pero allí donde hay que hacer mención a esfuerzos que llevan hacia la estupidez, ahí están los pijos de pueblo, los cuales son fáciles de distinguir de un pijo urbano de pedigree en cuanto abre la boca... Suponiendo que estés en un lugar a oscuras. Los pijos urbanos están a la última, mutan y evolucionan a la misma velocidad que los escaparates de inditex. Los pijos de pueblo, por otra parte, aún viven en la época de los Lagartoste, el jersey de punto a los hombros y los pantalones de pinzas. ¡Seguro que hasta escuchan Mecano! (Grupo al que deseo una muerte horrible, como mencionaré la próxima vez que me apetezca escribir con la etiqueta de los premios Darwin, contad con que la protagonicen).
Sin embargo, con la iluminación adecuada (no hace falta mucha) y un poco de ojo crítico, veremos a millas un pijo de pueblo. Si están de moda las camisetas rosas de tal tipo, los pantalones noseque del tipo nosecuanto y los zapatos que sean de puntera tal, pero no combinan entre si, los pijos de pedigree sabrán de sobra como combinarlos con otra cosa, pero ellos no. Es como comer con alguien que ha educado su paladar comiendo escorpiones vivos: El caviar está rico pero con ketchup, mostaza y salsa tártara mejor, por lo tanto, se pondrá todo junto.

Bien. La descripción es horripilante, ¿verdad? Bueno... Dejaré de poner a prueba vuestros estómagos, que a estas alturas habrán sufrido bastante. Bien. Este horrendo fin de semana he descubierto que hay algo peor: Los Emos de Pueblo.


¡Pero será el próximo capítulo! CHAN CHAN CHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN


Semper fi.

Ukio.

3 comentarios:

Unknown dijo...

AAAAAAAAAAAAAAAH!

Se abren las venas con el sacho?

Roberto, Teodrak dijo...

Ah, no dirás lo mismo cuando te abra el pecho con mi sierra.

Por cierto, como sobreviven los emos de pueblo en un ambiente tan hostil?

Lectora de cómics dijo...

Son supervivientes! Village emo powa! a metamorfosearse!! y así llegaron a Myspace, que es algo así como las tinieblas aquellas del Señor de los Anillos todos acaban allí juntos y amarraos.
Como habitante de ciudad pija por excelencia he decir que los pijos ni tan finos ni tan bien vestidos, pero claro, hablo de neopijos o pijos prepúberes, que tienen la extraña concepción de que vestir igual de mona que Paris Hilton y berrear como un camionero de carretera comarcal es lo plus (oigh).