Breves


jueves, 9 de diciembre de 2010

Lennon

Imagina que no hay cielo. Es fácil si lo intentas. No habrá infierno bajo nosotros, y sobre nosotros solo cielo.

Imagine, John Lennon.



Mala traducción para un idioma que no diferencia entre sky y heaven, pero ese no es el tema. Este día ocho ha sido el aniversario del asesinato de uno de los artistas más influyentes en el siglo XX, tanto en la música como en la política. Lennon fue un activista, un enemigo de la guerra, un hombre de a pié, nacido en la obrera y marítima Liverpool. Todo el mundo quiere a John y todos lloraron ese día que nos fue arrebatado, a la entrada del edificio Dakota, por un cruel asesino injustificado.

¿Alguien recuerda a ese asesino?



Mark David Chapman, aquejado de una enfermedad mental en su juventud, y que intentó suicidarse en 1977, estaba obsesionado con la novela de J.D. Salinger El guardián entre el centeno. Su obsesión era tal que tras disparar cinco veces sobre Lennon, se puso a leer mientras esperaba a la policía. Se creía el protagonista de la citada novela, y se creía quien para decidir que Lennon era un hipócrita. Que tras esa faceta de luchador por la paz, de revolucionario rebelde y pacífico y de genio de la música, no había sino un millonario cínico y juerguista, y quería desenmascararlo como tal. Pues bien: El único objetivo obtenido por Chapman fue convertir a Lennon en leyenda. Cinco balas que le dieron la vida eterna, sin mediación de deidad alguna. Lennon será recordado como un genio, sin tener la oportunidad que tienen muchos otros músicos de ser olvidados o vivir de rentas pasadas, sacando material mediocre.

Hoy, Yoko Ono, la viuda de oro, la odiada culpable de la separación de los Beatles, cuenta como estos se separaron en 1970. Yoko ha hecho dos cosas desde la muerte de John, y las ha hecho a fondo. La primera es sacar brillo al halo de santidad de su marido. Discos de canciones de John Lennon siguen saliendo más allá de su muerte. Por lo visto Sean no ha de ser tan rentable, y Julian no querrá saber nada de la segunda mujer de su padre, así que John sigue dando de comer a la familia aún treinta años después de muerto.

Por otra parte, Yoko ha seguido esforzándose por que todo intento de obtener la libertad condicional por parte de Chapman sea en vano. Han pasado ya 30 años desde ese fatídico día, y ahí sigue, pudriéndose en el Correccional de Attica. Su condena inicial era de 20 años, pero lleva 30, y este mismo año, con influencia de Yoko, se le ha vuelto a denegar la libertad condicional. Su próxima oportunidad será en 2012.


¿Que decir? Pues lo primero: John Lennon no es ningún puto santo. Probablemente habrá probado en su vida la mayoría de las drogas existentes en su tiempo, y no creo que sean escarceos de una sola vez. Además de eso, ha sido un joven violento e incluso quizás cruel. Lemmy Kilmister relata en su autobiografía White Line Fever (ya comentada en este Blog) como el cantante de los Beatles se bajó del escenario y arreó un cabezazo a un espectador que lo llamó "maricón" por I want to hold your hand.
Lennon fue asimismo cruel con su primera esposa Cynthia Powell. Se habla incluso de que en el 77, en el mismo año en que Chapman intentó quitarse la vida, John pasó unos días pasado de todo en Bangkok, follándoselo todo. Además de eso, no aguantaba bien el alcohol y su choque de egos con McCartney (o su sustituto, también existe la leyenda acerca de la muerte prematura de Paul en un accidente de tráfico y su suplantación por un policía canadiense).

Por último está la leyenda negra de su muerte: Se dice que Mark David Chapman fue sometido a una suerte de lavado de cerebro durante su internamiento, y que fue el arma de la misma célula negra del FBI que mató a Hendrix y a Morrison para acabar con Lennon. Esto sería un tanto más sospechoso si Chapman hubiese muerto en la cárcel (un suicidio, todos sabemos como va eso), pero sin embargo, ahí sigue, echándole paciencia.

Sinceramente, no creo que Lennon sea tan gran músico. Imagine solo es una canción tan grande por las cinco balas que recibió su autor. De hecho, creo que Maybe I'm amazed, de McCartney, es superior a cualquier canción de Lennon, al igual que gran parte del material grabado por Harrison (especialmente me encanta su época con los Travelling Wilburys).
Los Beatles nunca lograron ser tan grandes por separado como lo fueron juntos. Es algo bastante común en muchos grandes grupos. Reconceptualizaron la música, por así decirlo, y sin embargo, no dejaron de ser los "Backstreet boys" de su época: Rollo guaperas modernete y fans gritonas esperando en el aeropuerto a que se bajasen. Al menos, los Beatles saben tocar instrumentos y componer. Y Ringo, según el propio Lemmy, es capaz de tumbar a quien quiera en una pelea.

Sin embargo, yo mismo sería el hipócrita si recriminase a Lennon por sus juergas tailandesas mientras admiro abiertamente el modo de vida que lleva Lemmy o que llevó Nikki Sixx. John Lennon fue un gran músico, es cierto. Popularizó el Rock'n'roll y contribuyó casi como ninguno a que la música sea ese fenómeno más grande que la vida misma. Bigger than Jesus, que dicen. Ha protagonizado momentos que son auténticos iconos, como ese inolvidable concierto en la azotea del Apple Building, para sacar el Let it be.





Lennon no es un santo, ni un bodhisattva iluminado. Es un músico rebelde y rebotado, pero a la vez acomodado, rico y que disfrutaba de su estilo de vida. No es ni el mayor hedonista de la historia ni el mayor santo social. Es, simplemente, una leyenda muerta antes de tiempo, como tantos otros, y miembro del que probablemente será el grupo más mítico de la historia (hasta que los Stones dejen de ser leyenda viva, claro está).

En cualquier caso, y pese a que los Rolling Stones son mejores, John es un músico, no un criminal. Hipócrita, cínico, cabrón o lo que sea, no merecía esos cinco tiros.
Y Mark David Chapman ha cumplido su condena.
Y Yoko es una zorra adinerada que se dedica a airear el cadáver de su esposo para mantener su nivel de vida casi sin dar palo al agua, o a dar conciertos con canciones que no son suyas (sus derechos probablemente, pero no las canciones), cuando miles de chavales decididos a rendir homenaje lo harían infinitamente mejor.

Semper fi, John.


Ukio

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