Breves


jueves, 13 de marzo de 2008

Hell ain't a bad place...

"...Hell is from here to eternity", cantaba Bruce Dickinson en esa genial segunda pista del Fear of the Dark, allá por 1992, cuando el heavy era heavy y el cuero y las tachas se resistían en sus últimos años de reinado, antes de resurgir.

Hoy os hablaré del diablo, y os hablaré de la música. Llevo unas cuantas semanas con esta idea en la cabeza, desde que en un foro, una usuaria devota dijo que le gustaba Evanescence, y lo defendió argumentando que la banda en cuestión, aunque alguno pudiese pensarlo, no era satánica. Esto me hace pensar: ¿Que ha hecho satán por el Rock n Roll? ¿Y Dios? Muchas canciones los nombran, clamándolos a ambos como los líderes que nos llevaron al Valhala de las guitarras distorsionadas y los solos de batería de 10 y 15 minutos. KISS cantaban "God gave Rock'n Roll to you", mientas que los Maiden gritaban "Six! Six! Six! The number of the Beast!". Hoy incluso son más poéticos, con Avenged Sevenfold hablando de la perdición y de la ramera de Babilonia, en "The Beast and the Harlot". Aún así, el ejemplo más claro siempre serán Sus Satánicas Majestades, a las que siempre se debería respetar: "Sympathy for the Devil" o "Saint of me" son dos grandes ejemplos de su estilo característico (Oh yeah! Oh yeah! You'll never make a saint of me!), para luego encontrarnos con la sorpresa de ver a Mick Jagger en solitario cantando "God gave me everything I want".

Sin embargo, y aunque ahora nos guste hablar del Rock como un tipo de música venerado ya como un clásico a lo largo y ancho del panorama musical, el Rock es ahora un genero más. Puro en cada grupo que ensaña en mugrientos locales, y normalmente corrompido por las garras de la industria en todo aquello televisado que nos intentan vender (No hay más que ver el cartel del Rock in Rio de Madrid: Alejandro Sanz como cabeza de cartel!!! ¿Vamos a lanzarle un murciélago? ¡A lo mejor lo decapita de un mordisco, como Ozzie Osbourne!).

El rock, como música derivada de la población negra, ciudadanos de segunda en esa época, fue algo propio de las clases bajas, y de los adolescentes blancos y respetables de clase alta que querían sentirse rebeldes, igual que lo fueron antes el Jazz y el Blues, dos de los "padres" de nuestro bastardo. Este ha ido evolucionando desde sus respetados padrinos como Chuck Berry, los Stones, Muddy Waters y demás, hasta los críos que hacen air guitar. Siempre fue mirado de forma reprobatoria por la gente "respetable" y esa fue precisamente su fuerza: Con sus ataques convirtieron algo que simplemente era música fiestera (Con Bill Haley & The Comets y su "Rock around the clock") en un movimiento. Era la "malvada y perversa rebeldía" de los jóvenes blancos que conducían por las calles en American Graffiti. El "Hombre Lobo" llenaba sus noches con Buddy Holly, Ritchie Valens o el rey del pecado en persona: Elvis. Elvis la pelvis, Elvis el rey, Elvis el blanco que cantaba como un negro, Elvis Aaron, de Tupelo, Mississipi, Elvis el hombre que fue censurado de cintura para abajo. Llevaba a la locura y al pecado a miles de mujeres, hasta su muerte en 1977. Su último concierto, el Aloha from Hawaii, retransmitido en Pay per view, mostrando a un hombre gordo que hacía movimientos de kárate sobre el escenario fue seguido por millones de espectadores.

Los cincuenta acabaron, pero la rebeldía siguió. Londres y San Francisco eran las capitales mundiales de todo lo que molaba. Mientras en Europa, los Beatles empezaban a pasar del rollito de masas al tono transcendental y el compromiso social, y los Rolling Stones irrumpían con Brian Jones, Keith Richards y un cantante de movimientos extraños, andróginos que ocultaba su acento de clase media acomodada para "ser" más rebelde y gamberro. The Kinks hacía muchas canciones como la genial You really got me, que todos conocemos pero pocos sabemos que es suya. Clapton y Hendrix se movían por clubes extraños. El primero había abandonado The Yardbirds cuando empezaban a tener éxito para dedicarse a hacer música que le llenase, y tocaba con Cream, adaptando temas de Robert Johnson, como Crossroads. Su Sunshine of your love es conocida por muchos, pero pocos saben de quien es. Hendrix, por su parte, había sido llevado por su manager, Chas Chandler, bajista de The Animals. Su música, potente y psicodélica, cabreó a Clapton, que lo acusaba de robarle su estilo (Ambos usaban pedal de efectos Wah Wah). Eran gente rara, con camisas coloristas y vidas desenfrenadas. Sexo, drogas y dinero. Promulgaban el pecado, y para fastidio de las buenas gentes, los jóvenes los veían como modelos a seguir.
San Francisco era distinto. No era una cuestión de estilo, sino de conciencia. El movimiento Hippy avanzaba, buscando abrir las puertas de la percepción. Estas puertas dieron nombre al grupo con el que Jim Morrison alcanzó el estatus de leyenda, cosa que quizás ya supiese mientras le cantaba a Ray Manzarek los primeros compases de Moonlight Drive en Venice Beach. "¡Somos estrellas de rock!" gritaba Morrison interpretado por Val Kilmer en el film de Oliver Stone: The Doors, "¡Vayámonos de fiesta!¡Cambiemos el mundo!¡Fundemos una religión!", seguido del mundialmente célebre "I'm the lizard king, I can do anything!".
Jefferson Airplane hablaba de la guerra, y de los efectos del LSD en sus canciones. Canned Heat hablaba de la guerra. John Lee Hooker cantaba "I don't wanna go to Vietnam", y Credence Clearwater Revival criticaban a los políticos, a los millonarios y a los militares de carrera en "Fortunate son", pues ellos eran hijos afortunados y no tendrían que ir a morir al sudeste asiático. Sexo, drogas e inconformismo político. Desobediencia civil, comunismo y anarquia. El país al borde de la guerra nuclear, con la crisis de los misiles en Cuba aún presente, y estos comeflores melenudos hablando de abrirse a nuevas sensaciones. Janis Joplin blasfemaba abiertamente rogando a Dios que le comprase un Mercedes Benz y una tele en color. Sus hijos vagaban sucios por el festival de Woodstock, hablando de destruír todo lo que América representa, mientras ese mestizo, negro con ascendentes nativos americanos, destrozaba el himno que representaba a su gran nación: The Star Spangled Banner.
El mensaje nunca fue ese. Hendrix tocó esa canción así porque su sentido se había distorsionado. El himno de prosperidad y grandeza estaba siendo usado para mentir a jóvenes enviados a morir al extranjero, prácticamente al otro extremo del mundo. Su guitarra imita bombas, ametralladoras y helicópteros de transporte de tropas.
En mi cd del concierto de Hendrix en Woodstock hay una foto suya en la carátula. Sale él tocando. En la contraportada se ve un muro, creo recordar que de madera. Ahí esta escrito "We are one". Ese es el mensaje, aunque Hendrix no lo siguiese: "If all the Hippies cut all their hair. I don't care... I don't care."
Cos I am the only one who's gonna die when my time has come, so... Let me live as I want!

Los setenta llegaron y el punk irrumpió. Johnny Rotten gritaba No Future, mientras su bajista Sid Vicious, un cretino que nunca fue capaz de tocar, se inmortalizó con una sobredosis, como tantos otros. Led Zeppelin desafiaba a los Who con su brutal éxito, y la libertad sexual irrumpía en cada canción de Patty Smith. Bad Company cantaba sobre sexo en "Feel like making love". Alice Cooper adoraba abiertamente a Satan, creando escuela, y en Inglaterra dos grandes músicos andróginos y sobrados de talento mantenían una amistosa competición para demostrar cual de los dos era mejor: David Bowie vs Mark Bolan. Por desgracia, el segundo nos dejó en un trágico accidente de coche.
Lo mejor de los setenta en las islas británicas tiene un nombre sencillo y cuatro componentes: Queen. Farookh Bulsara, renombrado Freddie Mercury, junto con sus amigos del recién disuelto grupo Smile, Brian May y Roger Taylor, probaron a varios bajistas antes de quedarse con el soseras John Deacon. Su lema fue "Excess all areas" y el pecado y la ostentación fueron un modo de vida. Freddie, ante una pregunta sobre su rumoreada homosexualidad dijo "Duermo con todo lo que se meta en mi cama: Hombres, mujeres, gatos..." La cocaína estuvo siempre presente en la vida de muchos de sus componentes, excepto Deacon, marido responsable y padre de dos hijos. El SIDA puso fin a una vida llena de exceso, perversiones y el mejor Rock que ha conocido el puto mundo jamás. Queen vendrán a España en Octubre, con Paul Rodgers al frente. Espero verlos, pues aunque falte Freddie en el escenario, esta en la voz de cada uno de nosotros, los asistentes.

Los ochenta estuvieron después, y el metal surgió. Sus padres fueron Black Sabbath, Led Zeppelin y Deep Purple, creadores estos últimos del riff más conocido de la puta humanidad. Smoke on the water. Sus predecesores subieron la distorsión y el volumen. Judas Priest e Iron Maiden destrozaban desde el reino unido, mientras que Megadeth y Metallica competían en Yankilandia. Ozzy seguía dando caña en solitario, y de su grupo conocimos a uno de los mejores guitarristas, cuya carrera fue truncada en sus comienzos: Randy Rhoads. Yngwie demostraría que los países nórdicos existen, y volviendo a EEUU, Van Halen abría nuevos horizontes guitarristicos, no vistos desde la muerte de Hendrix en 1970. El Rock se volvió poder, mientras KISS se quitaban su satánico maquillaje, que recuperarían en 1990. En los ochenta primó el virtuosismo, y las guitarras se afilaron aún más. Los Guns n Roses se formaban, revolucionando el hair metal. Obsceno, juerguista y sexual. Mötley Crue cantaba desde locales de Striptease, Helloween rugía himnos de rebelión a ritmo de power metal, ¡e incluso Bon Jovi molaba!

Entonces apareció ese gilipollas de Kurt Cobain, a lo Sid Vicious, renovando el círculo: Más rollete "no future". Por suerte, murió en el 94 y no tuvo tiempo de joder los 90 del todo. En el 90, el pop comercial nos ganó terreno, y nosotros que hicimos? Cabrearnos. Pantera rugía, Sepultura tronaba, y Slayer resurgía con más fuerza que nunca. Cowboys from hell, Roots, Raining Blood... Sin embargo también en los noventa, Metallica se amariconó (Saint Anger sigue siendo lo puto peor).

Ahora estamos acabando la década del 2000. El pop radioformulero es más poderoso que nunca (y huele cada vez peor), sin embargo internet da pie a que mucha gente se mueva para conocer los grandes clásicos que han convertido su vida en algo digno de tal nombre. Siempre hemos sido el enemigo: Borrachos, pendencieros, pecadores, blasfemos, malhablados, barriobajeros, gritones, sucios... Somos agresivos y desobedientes. Somos rebeldes y damos mala imagen a la sociedad. Somos incluso delincuentes. ¿Y? Tenemos algo que decir y tenemos los cojones de decirlo, sumado al atractivo de la fruta prohibida. No somos lo que os entregarán para que lo toméis, sino que si nos queréis, tendréis que buscarnos. Somos el rock. Somos la rebelión que llevaron vuestros padres en mente en su juventud, y quizás vuestros abuelos. Somos apoliticos, o tenemos ideas políticas marcadas. Somos el mal, y hemos cambiado el mundo, y nuestros más acérrimos enemigos han sido nuestros mejores publicistas. Encontramos en el diablo una imagen para nuestra rebelión y lo esgrimimos como nuestro estandarte. Nos creemos divinos en nuestras canciones y otorgamos a nuestros ídolos dorados el estatus de Dioses del Rock y Héroes de la guitarra.

Por que en algún momento u otro, lo han sido.


Curas estrictos, educadores conservadores y tradicionalistas, seguidores del creacionismo y bastardos cabezacuadrada en general. El rock es la prueba de que tengo alma.

No creo que haya sido regalo del dios de los cielos ni del primero de los caídos, sino algo creado por nosotros. Como mucho, ambos fueron compañeros de viaje, según los quisiésemos o no. El Rock no es satánico o celestial. El Rock es Dios en sí. ¿Exagero? ¿Habéis estado en un concierto en primera fila, o en lo alto de un escenario dándolo todo? ¿Habéis estado inspirados con un instrumento en las manos mientras este obedecía cada nota salida de vuestra imaginación y vuestras entrañas? ¿Habéis puesto una canción mientras seguíais las letras y dicho "¡Joder, si esto no es una canción! ¡Es mi puta vida!".

Es nuestra puta vida, gente. Y como tal, no aceptéis vidas prefabricadas, con canciones de amor baratas o temas machacones cuyo único objetivo es haceros pasar un buen momento, sin haceros preguntas sobre vosotros mismos o sobre el mundo que os rodea, sino aceptarlo sin más. Somos los malos, y eso nos da derecho a ser unos hijos de la gran puta. Y creedme. Es lo puto mejor del mundo.


Para cerrar, os dejo lo que me vino a la cabeza cuando en el manga 20th Century Boys, Kenji, el protagonista, decía que el Rock no puede ser descrito. Este es mi vano intento de descripción.


El rock es todo.
Es la furia de generaciones descontentas, heredada de otras generaciones anteriores igual de cabreadas con todo. Es el diablo: La bestia de muchos nombres que desafía a la moral predefinida e impuesta, y a la vez, es la salvación. Es el vástago rebelde del mesias y la ramera de Babilonia. Rabia y paz, mensajes conciliadores y gritos de descontento, sinfonías y ruidos, unidos, que no mezclados, en algo que trasciende cualquier movimiento musical.
Es el bastardo de mil padres, y el padre de mil hijos bastardos. Desde la música clásica hasta la mierda precocinada más artificial han proclamado ser rock, versionadas por miles de visionarios y virtuosos. Superbandas han dado conciertos con sinfónicas: Toto dio el primer paso. Kiss tenía un ejército de músicos maquillados a su imagen y semejanza. Malmsteen añadió velocidad y distorsión a las más dispares piezas. El rock es todo: Es vida, es muerte, es caos, es guerra, es paz, es físico, es visceral, espiritual, pasional, criminal... Es frenético como la noche, apasionado como el sexo, a veces llamado amor y otras veces violación, es brutal. No entiende del bien y del mal, pero representa a ambos. Es el más inocente de los niños y el más sabio de los ancianos.
Existe. Existe en todo. En la sangre de sus mártires, en los gritos de sus niños nonatos, que pueden estar siendo concebidos en este momento, mientras en alguna parte del globo una guitarra ruge ante la multitud. El rock tiene más nombres que el demonio cristiano: Rock, Heavy, Trash, Grind metal, Epic, Power, glam rock, blues-rock, hard rock, punk...
El rock es triste, como los llantos de la guitarra de Hendrix tocando por el hijo del voodoo, maldito desde antes de nacer. El rock es frenético, como el rugido de la multitud de Japón mientras sonaba Smoke on the Water. El rock es invencible, como se sentía la masa que gritaba We are the Champions en Wembley, mientras un grupo de cuatro hombres los arrastraban hasta el paraíso...


El rock no es la música. Es lo que tu sientes cuando la escuchas

5 comentarios:

Gandalf dijo...

dicen que la música es una de las formas de expresión del alma. Si es así, yo creo que el rock el grito mas profundo del alma, eso que queremos soltar en momentos de emociones fuertes, extasis, júbilo, odio intenso, hartazgo, ira, o lo que sea.

También creo que no tiene ningun tipo de connotación religiosa ni relación real con la iglesia aunque se hable de Dios o del Diablo, en todo caso son un tema mas de los que hablar en una canción y me parece bien, porque aunque uno no sea creyente puede disfrutar un buen tema.

Y no puedo evitar preguntarme: cuando me llegue la hora, tomaré la escalera al cielo o la autopista al infierno?

Sbilly dijo...

muy bien dicho!! Long Live Rock, being dead or alive (The Who)

Ukio sensei dijo...

Gracias por vuestros comentarios, gente, y disculpad que no respondiese, pero quería antes haber acabado la entrada.

Al fin me he puesto y lo he hecho (y he tardado una hora).

Paul Allen dijo...

Bonito repaso a lo mejor que le ha sucedido al mundo antes del golpe traumático de los 40 contra las juventudes. Había que poner Star Spangled Banner de fondo.

Ya sabes lo que opino de los hijos bastardos del blues.

Miembro de la Horda dijo...

Bueno xD ahora que me la he leído entera, puedo decir que, aunque no estoy de acuerdo en algunos puntos, en general me sumo a lo que dices.