Más épico que Godzilla rugiendo bajo la tormenta, más duro que una lluvia de motosierras y napalm, más potente que el apocalipsis encerrado en un V12. Lemmy Kilmister siempre ha representado al lado infame e incorregible del Rock'n'Roll. Desayunando Jack Daniels, viviendo una vida de decibelios, bourbon y mujeres, y llevando unas pintas que harían evacuar una iglesia, era uno de los últimos titanes de una era con la que muchos crecimos. Hoy, 28 de Diciembre de 2015, hemos perdido a Lemmy Kilmister.
Lemmy representa muchas cosas. Pero cuando hablamos de lo que es, vemos algo diferente. Lemmy ha sido un hombre del renacimiento del siglo XXI. Un erudito en sus temas de interés, especialmente la segunda guerra mundial. Según él, lo normal cuando te crías en un pueblo de Gales, has nacido en 1945 y hay a tu alrededor un montón de veteranos de la segunda guerra mundial que se han traído recuerdos. Un hombre que lucía cruces de hierro y calaveras de las SS mientras ligaba con mujeres sin importar razas ni credos. Era un icono del rock. El resto, era una simple fascinación sin inclinaciones políticas.
Lemmy fue dios. Muchas veces se dijo, y él solo respondía que conoció a Dios en los 70 en un viaje de ácido, y que este era mucho más alto. También dijo que en otros de sus viajes iba tan colocado que se ponía a discutir con los árboles, y perdía. Lemmy es un genio y a la vez fruto de su época. Sin alardes ni mentiras, dijo que empezó a tocar un instrumento para ligar. Sin embargo, cualquier repaso a su vida no puede dejar de ser Legendario. Como solo lo puede ser un dios del rock hijo bastardo de un cura.
Lemmy toca el bajo y canta con voz ronca. Ni es un instrumento lleno de glamour, ni tiene una voz musicalmente destacable. Además de eso, es feo como él solo, y sin embargo ha logrado convertir ambos rasgos en sus rasgos característicos, que forman un icono que no hace si no añadir razones a las que hacen que el Rock sea más grande que la vida misma. A lo largo de su vida muchos han sido los homenajes.
Y no hay más que ver el documental sobre su vida, titulado Lemmy, para ver que estamos ante el que en su sesentena, era capaz de cautivar a mujeres que harían que todos babeasemos. Quizás enamoradas del icono, quizás enamoradas del hombre.
Pero detrás de todo eso, queda lo que dicen de él los que lo conocieron. Y hablan de un amigo. De un hombre honesto, generoso, que le daba poca importancia a los bienes materiales y que disfrutaba con su trabajo, pese a tomárselo muy en serio. Podemos decir que ha sido un padre decente, al menos por hacerse cargo de sus hijos ilegítimos.
Un borracho, un vividor, ¿un putero? no sería raro. Un drogata, un genio, un icono, un clásico, un titán... Un Bastardo. Y si esta etiqueta está ahí para homenajear a los grandes bastardos que nos inspiran, sin duda, este es EL HOMBRE. Es un estilo de divinidad propio, casi de cliché, pero que absolutamente nadie en el mundo sabe representar mejor:
El frontman con más cojones que ha pisado un escenario.
Semper fi, Lemmy. Ojalá nunca hubiese escrito esta entrada.
Ukio.
PD: Me produce un cierto orgullo que no haya sido ninguna sobredosis de mierda.
SI ES QUE A ESTE CABRÓN HAY QUE AMARLO, JODER!!!